Es conveniente probar el ritmo de respiración que se adapta a nosotros/as.
Esto lo ha de percibir cada uno / a por sí mismo /a.
La respiración suele ajustarse normalmente de manera natural al esfuerzo realizado al caminar, al andar.
Por ejemplo, puede tomarse aire mientras se dan tres pasos y volverlo a expulsar en los siguientes tres. Si a pesar de todo falta el aire, es señal de que seguimos caminando demasiado deprisa y que podemos correr el peligro de que la musculatura alcance una acidez excesiva.
La necesidad adicional de oxígeno tiene que ser cubierta respirando por la boca. Hay que reducir entonces la velocidad de zancada hasta detenernos por completo.
Se recomienda entonces no respirar sólo por la boca sino, al mismo tiempo, a través de la nariz. En este caso la expulsión debería prolongarse generalmente algo más que la entrada de aire.
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