Se pueden quemar calorías (y muchas) caminando, sobre todo si prestamos atención a la manera de andar, un ejercicio no del todo sufrido e igual de válido que otro.
Caminar en la postura adecuada es lo más importante: mantén la espalda recta, nunca la eches hacia delante aunque te notes cansada y vigila que los hombros permanezcan rectos.
Además, respira correctamente, es muy sencillo: inspira por la nariz y expira por la boca. Así entre otras cosas te cansarás menos y evitarás el flato en gran medida.
Recuerda que para quemar calorías no sirve caminar como si estuvieras dando un paseo relajante por la orilla de la playa. Plántate unas calzados adecuados y camina lo más rápido posible que puedas, pero sin llegar a correr. El truco está en tener siempre algún pie en contacto con el suelo.
El movimiento de los brazos de vaivén ayudan a quemar calorías, muévelos a ritmo de tu paso.
Finalmente, si te pones retos mejor que mejor. Es preferible que durante tu ruta de caminar vayas por alguna rampa que otra, para hacer un poco más de esfuerzo o que hagas algún sprint (o simplemente que cambies de velocidad varias veces).
Recuerda que es mejor caminar por césped, pista de atletismo, tierra, arena… cualquier material antes que caminar sobre asfalto para que las articulaciones sufran lo menos posible.
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