Como siga así, los fabricantesde relojes suizos me van a poner una demanda por Ricardo Ros |
Para solucionar cualquier trastorno, tenemos que pasar de un estado presente (de malestar), a un estado deseado (de bienestar). Y el resultado tenemos que llevarlo a que se concrete también en el futuro. Está claro que el pasado y el futuro no existen más que en nuestra imaginación y que lo único que podemos moldear es el presente. Pero podemos reorganizar el pasado, codificándolo de otra manera en nuestro interior, y podemos construir nuestro futuro. Pero donde siempre trabajamos es en nuestro presente. Cada persona tiene una forma diferente de codificar el paso del tiempo, aunque, en general, el cerebro humano codifica el tiempo de forma espacial, situando el pasado y el futuro fuera de nosotros y el presente en nuestro propio centro. Grabamos las imágenes, los sonidos y las sensaciones de una determinada manera, diferente en cada uno de nosotros, y esa forma de grabar las informaciones nos condiciona nuestro espacio vital, nos crea una relación diferente con nuestra vida y con el mundo que nos rodea. Es como una línea del tiempo que va marcando nuestra vida. Existen muchas posibilidades, pero, en general, podemos concretar las diferentes maneras de estructurar esa línea del tiempo: hay personas que tienen la línea del tiempo de detrás hacia adelante (pasado detrás, futuro delante) o al revés. Otras personas tienen su línea del tiempo de izquierda a derecha (izquierda pasado, derecha futuro) o al revés. Por último, algunas personas tienen su línea del tiempo en forma de U (pasado en la rama izquierda de la U, futuro en la rama derecha) o al revés o bien, el pasado arriba y el futuro abajo, o al revés. Existen tantas posibilidades como seres humanos. En cualquier caso, el presente siempre ocupa el espacio central, allí donde estamos situados. Si les preguntamos a varias personas cómo saben distinguir, por ejemplo, entre cuando se han levantado de la cama esta mañana, cuando se levantaron hace una semana o cuando lo hicieron hace un año, es decir, cómo distinguen en el tiempo actividades cotidianas, nos daremos cuenta de que sus respuestas son diferentes y que sitúan el recuerdo (imágenes, sonidos o sensaciones) en distintos sitios del espacio alrededor de ellos. Los recuerdos más lejanos tendrán unas características diferentes de los más cercanos. La semana pasada estuve con un cliente que tenia dificultades porque no sabía si ya había hecho algo o todavía no (por ejemplo, lavarse los dientes). Su codificación era espacial, pero además, sus acciones se iban difuminando, desdibujando, desenfocando, a medida que pasaban las horas o los días. Fue fácil hacerle saber si ya había hecho algo o todavía no, simplemente fijándose en dónde tenía esa imagen situada en el espacio y si estaba enfocada o no. Es decir, cada línea del tiempo tiene sus propias características de luz, brillo, enfoque, tal como te expliqué en un Boletín anterior. Cuando una persona sigue angustiándose por sucesos del pasado, lo que suele ocurrir es que espacialmente mantiene esos recuerdos en la zona del presente, por lo que reviven esas sensaciones una y otra vez. Si mandamos esos recuerdos hacia el pasado, la persona se acordará de la situación, pero no tendrá sensaciones sobre la misma. Una cosa es recordar algo y otra muy distinta sentir la misma sensación. Lo mismo ocurre si esa persona se imagina cosas del futuro, cosas que todavía no han sucedido. Si hacemos que extienda su línea de futuro y sitúe las posibilidades del futuro espacialmente alejada de ella, las sensaciones también desaparecerán. No hay líneas del tiempo buenas o malas. Pero hay personas que viven angustiadas porque su línea del tiempo está agolpada en el presente, recordando continuamente todas sus sensaciones desde que nacieron. O que viven sin futuro, sin proyectos. Es como si su presente estuviera invadido por el pasado y/o por el futuro. Una línea del tiempo bien estructurada nos da sensación de paz, de tranquilidad, de tener la sensación de que el tiempo transcurre de forma ordenada y equilibrada. La ansiedad está relacionada con miedos del futuro. Los miedos, que deberían estar espacialmente alejadas de la zona del presenta, la invaden. La depresión suele estar relacionada con culpas del pasado. Los recuerdos del pasado siguen siendo dolorosos porque invaden la zona del presente. Sólo sentimos las cosas que están situadas espacialmente en la zona del presente. Haz este ejercicio:
Es fundamental que entiendas que lo único importante es sentir las cosas del presente. Está muy bien tener recuerdos del pasado, es nuestra experiencia en la vida, pero, ¿para qué me sirve sentirme mal (o bien) ahora por algo que ya no existe. Está bien pensar en proyectos de futuro, tengo que preveer qué puede pasar, pero, ¿para qué me sirve sentirme mal (o bien) ahora por algo que todavía no existe. A mi, desde luego, me importa más disfrutar de los rayos de sol que en estos momentos me están envolviendo, que recordar los rayos de sol de aquella vez en que estuve en Acapulco hace diez años. Lo que ocurrió en Acapulco ya no existe mas que en mi imaginación, mientras que los yayos de sol actuales están bronceando mi piel. Si siento cosas del pasado, o siento cosas del futuro, me pierdo lo único real, que es lo que ocurre en el presente. |
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sábado, 24 de octubre de 2009
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