jueves, 29 de abril de 2010

MUEVE TU CUERPO ANDANDO PARA TU SALUD

Todos hacemos ejercicio, salvo los impedidos físicamente, pero lo que tenemos que indagar es si el ejercicio que hacemos es el adecuado, si es también el suficiente, y si las condiciones en que lo hacemos son las propias y convenientes para que rindan sus frutos.

La vida moderna supone en general desplazamientos, pero también la civilización ha procurado y sigue procurando continuamente evitarnos las mayores molestias. Hoy día el valor del tiempo aumenta constantemente. Se desea llegar con rapidez y sin esfuerzo alguno a todas partes. Si se puede ir en tranvía o autobús en vez de caminando, así lo hacemos; y si podemos trasladarnos de un lugar a otro en avión, lo preferimos al tren. Los ascensores, las escaleras mecánicas nos evitan las ascensiones fatigosas. Todo eso está muy bien. El tiempo es oro. Pero nuestra salud es más que oro. El oro, el dinero, se puede perder, pero también recuperarse. La salud, único tesoro de que disponemos con absoluta propiedad, una vez perdida es difícil recuperarla. A veces, imposible.

En la vida moderna hemos de saber aunar la pérdida del tiempo con el beneficio para nuestra salud. No es pérdida de tiempo todo lo que así juzgamos, y muchas veces es preferible ir a pie a un sitio, y andar unas cuantas manzanas, a tomar un tranvía o un automóvil. El mero andar por las calles, el desplazarse a pie durante el día para ir a almorzar o a comer a nuestra casa es ya un buen hábito que desentumece los músculos, facilita la circulación y distrae el espíritu. Los hombres y mujeres de vida sedentaria han de aprender a aprovechar el mayor número de ocasiones posibles de andar, de ir a pie de un sitio a otro.
Aparte del andar diario, hemos de dedicar los días de fiesta o de vacación a dar algunas caminatas, o por lo menos algún que otro paseo.

Pasear por el campo, por las afueras de las grandes ciudades, donde el aire suele ser más puro, o a orillas de ríos o del mar, en los días de fiesta o de descanso semanales, es vivifican te para el espíritu y tonifica y desintoxica el organismo.

El paseo es ejercicio corporal moderado y agradable. Durante él podemos sostener las conversaciones que más recreen nuestro espíritu, al mismo tiempo que la visión del paisaje, la variedad de tonos y colores, la diversidad de sonidos, de gente, de lugares que contemplamos al pasar, son otros tantos me" dios de eliminar toxinas orgánicas, emocionales y psíquicas de nuestro ser.
La caminata difiere del paseo en cuanto a su velocidad, puesto que caminamos más rápidamente; en cuanto a su objetivo, ya que se trata de visitar determinado lugar o paraje, y en cuan. to a su efecto, que no sólo es el de recrear el espíritu, sino también el de fatigar y cansar moderadamente nuestro organismo. Es muy saludable efectuar de vez en cuando caminatas hasta sentir un poco de cansancio, sobre todo para aquellas personas que ya están entrenadas en el ejercicio físico, pero cuya vida habitual es sedentaria. Estas caminatas o excursiones hacen que las grasas superfluas se quemen, que los poros de la epidermis se abran y purifiquen, que la sangre irrigue mejor nuestro organismo, que el sistema nervioso se tonifique y que los sentidos se agudicen más por la percepción de sensaciones poco comunes.

En fin, tenemos que movernos. Aprovechemos todas las ocasiones que se pre¬senten para poder hacerla. Si tenemos automóvil, que éste nos sirva para llevarnos al campo, a la playa o a la montaña, pero una vez alli usemos de nuestras piernas. Andemos y corramos, pues esos ejercicios de vez en cuando son como una ducha para nuestros músculos, para nuestro sistema sanguíneo, respiratorio y nervioso.

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