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jueves, 8 de abril de 2010
DIETA Y ANSIEDAD
Una dieta, sobre todo si es muy estricta, puede provocar ansiedad. Y, para calmar esa ansiedad, a veces comemos más, con lo que engordamos en vez de adelgazar.
Un reciente estudio, "Preocupaciones, percepciones y hábitos en relación con el control de peso corporal en diversas poblaciones españolas", elaborado por la Universidad Complutense de Madrid y basado en el estudio de 2.168 personas, ha deparado interesantes conclusiones.
Una de ellas, en la que nos centraremos, es que las dietas demasiado estrictas a veces generan tal ansiedad que, para calmarla, pueden llevar a quien las sigue a comer más incluso que antes de la dieta, con lo que engorda en vez de adelgazar. Así se puede entrar en un círculo vicioso de difícil solución. La ansiedad, que afecta más a las mujeres, puede estar provocada por la intensa sensación de hambre derivada de una dieta demasiado estricta. Y esta ansiedad, a su vez, puede desencadenar cambios físicos. Entre otros, un aumento de los niveles de adrenalina (que reduce el autocontrol) y una reducción del neurotransmisor serotonina, que puede inducir una caída de nuestro estado de ánimo y una mayor ansiedad por comer, en especial dulces. ¿Qué podemos hacer para evitar esto? En primer lugar, no emprender dietas demasiado estrictas. Hay que bajar de peso poco a poco pero de forma continuada. Además, tenemos que intentar identificar qué situaciones nos producen ansiedad para tratar de evitarlas. Determinadas actividades, por otra parte, pueden mitigar o canalizar la ansiedad: realizar ejercicio físico (pasear, correr o nadar), hacer yoga o tai chi... Estas ocupaciones liberan endorfinas que contrarrestan la ansiedad, además de tener otros efectos beneficiosos. De esta forma, no nos refugiaremos sólo en la comida cuando estemos ansiosos. Pero una correcta nutrición también es importante.
Conviene ingerir alimentos ricos en magnesio, como los frutos secos, las legumbres, productos integrales y verduras de hoja (acelgas y espinacas, por ejemplo), ya que este elemento fortalece los nervios y calma la ansiedad. También es conveniente tomar alimentos que contengan vitaminas del grupo B, y en concreto B1, B6 y B12. Además si cenamos proteínas animales, como carne, huevos o pescado, acumularemos aminoácidos que aumentarán nuestro nivel de serotonina, logrando así que suba nuestro estado de ánimo y se reduzca nuestra ansiedad. También lo consiguen algunas frutas, como el plátano y la piña.
Ciertas infusiones pueden ayudar a tranquilizarnos, como pasiflora, melisa y lúpulo. En caso de que la ansiedad sea difícil de controlar, es preferible dejar la dieta para más adelante, cuando hayamos conseguido reducir nuestro desasosiego o hayan desaparecido los factores que lo provocaron. No hay que olvidar que ansiedad y régimen no se llevan bien.
Fuente: Consumer
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